Llevamos un año viviendo una situación que nadie podía ni imaginar… Y en esta "desconcertante" situación, podemos establecer un paralelismo entre la celebración de la Semana Santa que ahora mismo estamos viviendo, y lo que ocurrió en la primera Semana Santa.
Pues al igual que nosotros no podíamos imaginar que tendríamos que padecer, lo que ahora estamos padeciendo con la actual pandemia que nos asola; en la primera Semana Santa nadie podría ni imaginar, que una persona fuese capaz de sufrir lo que sufrió Jesús, para que toda la Humanidad fuese redimida y liberada de la esclavitud de la muerte y del pecado. Lo que celebramos durante estos siete días, es el Misterio de la Pasión y Muerte de Jesús, y a este Misterio, sólo podemos acercarnos desde la Fe, pues nuestra limitada Razón, no tiene capacidad suficiente para poder entenderlo. Estamos llegando al final de la Cuaresma (mañana Jueves comienza el Triduo Pascual), y podemos hacer dos cosas: O vivir los días que nos quedan de Semana Santa, como meros espectadores que contemplan un entretenimiento más; O vivirlos implicándonos activamente en la Liturgia de cada uno de los días siguientes, permitiendo que su mensaje entre en nosotros y nos transforme interiormente. En otras palabras, vivir los días restantes de la Semana Santa desde la Esperanza, y con la mirada puesta en la Resurrección.
Las imágenes pasionales que tenemos en nuestras Parroquias son una gran ayuda pedagógica, pues su contemplación nos puede ayudar a acercarnos a Jesucristo, y con Él de la mano, descubrir que la Resurrección es el final de nuestro terrenal camino. Acerquémonos desde este artículo, a la celebración del cuarto día de la Semana Santa: el Miércoles Santo. ¿Qué ocurrió el primer Miércoles Santo? En la mañana del primer Miércoles Santo, se reunió el Sanedrín (tribunal judío) en la casa de Caifás, para intentar de hallar la forma de eliminar a Jesús.
Mientras tanto, Jesús pasa el día en Betania en compañía de los Apóstoles y de sus amigos: Lázaro, Marta y María. Por la noche van a cenar todos juntos, a la casa de Simón el leproso y allí, durante la cena, María, la hermana de Marta y de Lázaro, unge el pelo a Jesús con un rico perfume que había comprado, en un claro anticipo de lo que tendrían que hacer con el cuerpo de Jesús, dos días después. Mientras tanto, Judas Iscariote, se reúne en secreto con el Sanedrín y negocia con ellos la entrega de Jesús a cambio de 30 monedas de plata.
Esta reunión, celebrada en plena noche, a la hora de las tinieblas, marcará el preludio de la muerte de Jesús. El Miércoles Santo es el último día de la Cuaresma y a partir de este, nos adentraremos en la celebración del Triduo Pascual, para conmemorar el Misterio de la Pasión y Muerte de Jesús. ¿Cómo conmemoramos en Totana el Miércoles Santo? En Totana, en la noche de este día, tiene lugar la Procesión del Silencio.
Esta procesión nos muestra que el dramatismo de los acontecimientos que giran en torno a Jesús, va en aumento, pues cada vez está más próxima la conmemoración de su muerte. Y aunque este año la procesión no podrá salir por las calles de nuestra ciudad, la celebración de la liturgia en nuestras Parroquias nos recodará, que la soberbia y el egoísmo, llevaron a la muerte a un hombre justo y bueno.
Por este motivo, los nazarenos de la Hermandad del Stmo Cristo de la Agonía, desfilan con la cara tapada, en señal de humildad, penitencia y llamada a la conversión y con el capirote alto, como símbolo de que todos los hombres estamos a la misma altura, en cuanto a pecado se refiere. Tras estos, desfilan las Manolas que acompañan a la Madre de Jesús, compartiendo sus momentos de tristeza, angustia y dolor. Las luces apagadas, el silencio y el caminar en la oscuridad, simbolizan la sumisión del hombre en el pecado.
Pero el trayecto de luz que trazan los nazarenos y Manolas, es el símbolo del camino de vida que nos trae Jesús. La procesión se cierra con la imagen de la Stma Virgen de la Esperanza, advocación en la que encontramos el ánimo, el aliento y las fuerzas necesarias para confiar en Dios en quien creemos. Nota: El color litúrgico del Miércoles Santo, es el morado, color que simboliza la preparación espiritual y la penitencia.