Hoy comenzamos una nueva Semana Santa, pero al igual que ocurrió el año pasado, nos toca tener que vivirla de una forma totalmente "distinta" a todas las que recordamos. Pero el que no pueda haber procesiones en las calles, no impide que tengamos que dejar de celebrarla debidamente, pues las celebraciones litúrgicas que organizan nuestras Parroquias, siguen fielmente su calendario, y todos los días de Semana Santa, podremos acercarnos a ellas para celebrar, -con las debidas medidas de seguridad-, los actos propios de estos siete días.
Y además también contamos con los programas especiales que nos ofrecen los medios de comunicación locales; las celebraciones que retransmiten en directo las distintas televisiones; los artículos de prensa; la magnífica exposición sobre el Vía Crucis titulada "Passio Christi" que organiza nuestro Cabildo en la Parroquia de Santiago; la exposición de imágenes en la Parroquia de las Tres Avemarías; etc. A través de este artículo, nos acercaremos a la celebración del primer día de la Semana: el Domingo de Ramos. Abrimos solemnemente la Semana Santa con el Domingo de Ramos, también llamado Domingo de Pasión.
Este año viene precedido por un ambiente de preocupación por la pandemia que estamos sufriendo, pero también envuelto en la gran solemnidad que lo caracteriza. A nivel litúrgico nos encontramos las dos tradiciones que dieron origen a esta celebración: la del alegre recuerdo de la llegada de Jesús a Jerusalén; y la triste memoria de su Pasión. ¿Qué ocurrió el primer Domingo de Ramos? El primer día de la semana, Jesús llegó a Jerusalén, como todo buen judío, para pasar allí los días que duraba la Pascua judía y cumplir con el ritual de visitar el Templo.
Esta tradición era celebrada por el pueblo hebreo desde la época del rey Josías (s.VII aC), pues en ella celebraban el paso de la esclavitud en Egipto, al paso de la libertad a la que Moisés les guio.
Durante toda esa semana, Jerusalén estaría llena de gentes procedentes de todos los rincones del país. Jesús llegó montado en un borrico (escena que queda configurada en Totana en nuestras dos procesiones parroquiales), -dando cumplimiento a lo que recogían las escrituras veterotestamentarias (1Rey.1,33-40 y Za.9,9)-, y es recibido en medio de un gran júbilo y entre gritos de aclamación, pues sus contemporáneos esperaban que llegase a ser el nuevo rey de Israel, el libertador.
Pero estos no fueron capaces de captar el mensaje que Jesús les estaba transmitiendo al llegar a ellos montado en un borrico.
Los guerreros montaban a caballo, mientras que las gentes humildes y de paz, usaban unas cabalgaduras mucho más modestas y acordes con su misión. Si nos detenemos y analizamos este episodio ocurrido hace ya 20 siglos, nos encontraremos con que hoy, en el año 2021 y adaptados al momento presente, se sigue repitiendo la historia. ¿Cómo conmemoramos el Domingo de Ramos en Totana? Nuestra "procesión de los Ramos" simboliza la llegada de Jesús al pueblo totanero, el cual sale alegre a su encuentro, lleno de gozo y de júbilo.
Y no lo hace de cualquier manera, sino que lo hace mediante la gran preparación que lo caracteriza, y a la que le añade el decoro y la elegancia que le corresponde a tal acontecimiento.
Este día, la tradición popular "obliga" desde antiguo (cariñosamente hablando) a estrenar prendas de vestir, pues la solemnidad de la ocasión lo merece.
Y aquí juegan un papel muy destacado nuestras madres y esposas, pues ellas, con todo su cariño y entrega, dedican muchas horas para que todo esté listo y preparado para cuando llegue este gran día. En aquellos días, en Jerusalén se congregaban gentes procedentes de todos los lugares, al igual que en Totana ocurre durante toda la Semana Santa.
Durante los días de esta celebración, los totaneros que viven en la "diáspora" acuden a compartir estos momentos de encuentro y reflexión con sus familiares y vecinos.
Al igual que ocurre con muchos foráneos que acuden con interés a conocer el mensaje que sobre Semana Santa transmite Totana en estos días. Hay un elemento simbólico con el que de entrada, Jesús nos transmite su primer mensaje: que llega montado en un sencillo borrico.
Con este gesto nos está transmitiendo que todos los adornos y la pompa con la que con tanta frecuencia nos solemos revestir los cristianos, no son lo esencial ni lo verdaderamente importante.
Este año este primer mensaje de Jesús alcanza aun mayor plenitud, pues nos hemos visto obligados a tener que desprendernos a la fuerza, de todos los elementos más "secundarios" para quedarnos sólo con lo más importante: la esencia de la celebración que nos brinda la Liturgia de estos siete días. El otro elemento simbólico es el que encontramos en el término Pascua, pues mientras que los judíos celebraban en ella el paso de la esclavitud a la libertad, Jesús nos invita a través del Misterio de su Pasión y Muerte, a descubrir el verdadero significado de la PASCUA: el paso de la muerte a la Vida. En un futuro próximo, hablaremos a los más pequeños, sobre la "Semana Santa sin tronos ni procesiones", pero también les podremos hablar de la Semana Santa en la que profundizamos y nos adentramos en su verdadera esencia. Nota: El color litúrgico del Domingo de Ramos, es el rojo, color que simboliza la sangre y la fuerza del Espíritu.
